La energía mueve el mundo, eso lo tenemos claro todos, pero ¿hasta qué punto somos dependientes de la energía? Si nos paramos a pensar, gran parte de nuestras actividades diarias, sean laborales o de ocio dependen de la energía, por lo que un apagón energético supondría una catástrofe para prácticamente todo el planeta.
A día de hoy, gran parte de nuestra energía proviene de fuentes no renovables, las cuales además son altamente contaminantes. Pero nuestra concienciación y por tanto nuestras perspectivas están cambiando y en muchos casos observamos que cada vez más se apuesta por modelos energéticos en los que las energías renovables, no contaminantes, tienen más protagonismo.
Aunque las energías renovables tienen cada vez más peso, también vemos que su tecnología y su incorporación en algunos casos, supone un coste que muchas industrias no pueden afrontar. Por eso, el papel de las ayudas por parte de los gobiernos es clave.
El papel del gas en estos modelos energéticos
Además de la cuestión de la inversión primera, vemos también otra cuestión que se debe resolver en torno a las energías renovables, su continuidad en el suministro. En este caso el gas adquiere un papel muy relevante, porque se sitúa como el complemento perfecto para las energías renovables. Se trata de una energía fósil pero menos contaminante que otras como el carbón, por lo que en los momentos que haya bajadas en el suministro, se podrían compensar con el gas. En este sentido, cabe destacar, que el gas puede utilizar la misma infraestructura que las energías renovables.
Sin duda, nuestra sociedad avanza hacia un cambio energético. La velocidad la marcamos nosotros, sobre todo este cambio de velocidad viene dada por los gobiernos, los cuales tienen en su mano acelerar este proceso. Extremos como la seguridad energética o que la energía sea asequible, también han de ser tenidos en cuenta en este planteamiento de los modelos energéticos.