Hay algo que todos aquellos que estamos inmersos en el ámbito empresarial sabemos que es prácticamente como un mantra, podrán copiarte un producto o una idea, pero no te podrán copiar ni los valores, ni cómo aquellos que te representan trabajando para ti los defienden. De ahí nace precisamente el branding interno y la importancia que puede llegar a tener a la hora de que una determinada empresa dé la impresión de marca.
Muchos estudios apuntan que la lealtad que los empleados tienen hacia la empresa para la que trabajan representa en algunos casos hasta un 60% de la reputación. En este sentido debemos entender que gracias la branding interno nuestros empleados se convierten en embajadores de la marca, porque hablar bien del sitio en el que trabajas denota que aquello que allí se produce y se vende es bueno, está hecho en base a unos valores.
¿Por qué los empleados tienen tanto peso en la percepción de la empresa?
Pensemos que una persona que está todos los días con aquello que ha de vender y construir no creyera en lo que está haciendo, los empleados en sí no se creen los eslóganes de la marca, sus promesas milagrosas, sino que ellos viven día a día la marca. Pensemos en el orgullo que supone trabajar para Google, o trabajar para grandes marcas por todos bien consideradas como Amazon. Sus empleados son sus principales representantes y por tanto en los que más creeremos a la hora de confiar si esa empresa y ese servicio que ofrecen es realmente todo lo que aparenta y pretende mostrar.
El branding interno y la inversión en él supone invertir en las personas desde las empresas, porque uno de nuestros propios stakeholders, los que hacen que la empresa evolucione, son los propios empleados.